La información que se da a un usuario cuando accede a un servicio o registra un producto es clave desde el punto de vista de la protección de datos. Aparte, debemos pensar como empresa que es la puerta por la que el cliente accede a nuestros servicios/productos, y que esa primera impresión es nuestra presentación. Sin embargo, existe una tendencia endógena e innata a ocultar información al usuario sobre lo que pasará con sus datos, a no contarle lo que es necesario y además marca la normativa, no ya sólo la LOPD, sino pensemos por ejemplo, en una página web, la normativa de que regula la venta a distancia, o las condiciones generales de contratación, o la información que exige la LSSICE…
Además de quienes no informan, también los hay que informan mal, a medias, o en plan «copy and paste». No paro de oir expresiones del tipo «¡eh, pásame LA cláusula!» y «¿me pasas EL aviso legal?»… EL y LA, como si se tratase de algo único, inamovible, de verdades supremas. Cada página, cada formulario, es único. Han de repetirse todos los elementos si queremos que nos sirva la misma cláusula, el mismo aviso legal. Y esto raras veces pasa.
Esto de la redacción de avisos legales aderezado con lógica en las relaciones con el cliente daría para un curso completo de varias horas. Y el miedo legal, hasta para una tesis doctoral.