bookmark_borderAmazon y la privacidad en Kindle Fire

Silk

Todos los días voy al trabajo en metro, y cada vez veo más gente que utiliza libros electrónicos. También pasa en las cafeterías, paradas de bus y en general en cualquier lugar que se preste a hacer esperas. Estos cachivaches van comiéndole terreno poco a poco al libro tradicional, al que se le augura incluso una pronta extinción. Ya se ha debatido sobre lo que van a sufrir los autores por la piratería, sobre el IVA que se les aplica, sobre la conveniencia de que su precio sea menor que el de los libros de papel… Pero ahora pienso que hay que añadir un debate no poco interesante: ¿qué pasa con la  privacidad de los usuarios de esos lectores?

Amazon lanzó en septiembre su nuevo modelo de lector, el Kindle Fire. Más aproximado a un iPad que a un lector de los que ya conocemos, lleva incorporado un navegador que se llama Silk que sirve para visitar páginas web en Internet, igual que permiten Explorer, Firefox o Chrome. Pero este navegador tiene una peculiaridad: Amazon enruta todo el tráfico web del lector a través del Amazon Web Services (AWS), utilizando un protocolo más rápido que el http, el SPDY. Con esto, todas las visitas a páginas web que hagan los usuarios pasarán por la “nube” de Amazon. En las condiciones y términos del navegador Amazon nos avisa de que almacenará las URL de las páginas web que visitemos, y las direcciones IP o MAC durante 30 días. Eso sí, sólo para “cuestiones técnicas”.

¿Cuál es su objetivo? El principal, dar un buen y rápido servicio al usuario apoyándose en sus propios servidores. Y el secundario, por no decir el primordial para la empresa, adquirir información sobre los hábitos de navegación de los propietarios de un Kindle. Pensemos que, en cuestión de 2 años, con unos cuantos millones de navegadores Silk por el mundo, Amazon tendrá una cantidad de información sobre sus usuarios nada desdeñable, y muy, muy aprovechable. Si añadimos también en un futuro algo de geolocalización, ya tendremos algo con casi la misma potencia perfiladora que un iPhone, que hasta de noche está llamando a “su casa”, como el extraterrestre de Spielberg.

En Estados Unidos ya han saltado las voces de alarma. Tanto los técnicos, como los juristas, han puesto el grito en el cielo. Incluso un Senador ha pedido información a la empresa. Y el caso es que algo han empezado a hacer: en California aprobaron a primeros de octubre una ley que protege a los usuarios de lectores de libros electrónicos. Tanto nos quejamos de que la privacidad allí no se protege, pero en este caso quizá nos están dando lecciones.

Me pregunto qué va a ocurrir cuando estos libros ya se vendan en España. El libro con el navegador serán medios situados en España mediante los que Amazon recogerá datos personales, perfiles de navegación. Además, para activar el libro tienes que registrarte, por lo que quedas perfectamente identificado. A buen entendedor…

bookmark_borderLinkedIn cede información a terceros sin consentimiento de sus usuarios

LinkedInParece que no se va a escapar ninguna tecnológica ni red social de cometer alguna pifia con los datos… LinkedIn fue denunciada el mes pasado por violar la privacidad de sus usuarios. El ciudadano de San Francisco, Kevin Low, demandó a la empresa por ceder información personal a diversos anunciantes sin su permiso, entre los que se encuentran IMR/Nielsen, Quancast, Scorecard Research y Doubleclick. Según la demanda (vía Eric Goldman), LinkedIn asocia los identificadores únicos de sus usuarios gracias a las cookies y “beacons” de terceras empresas, y hace paquetes de información del siguiente modo:

1.- Al registrarse en el servicio, asigna a cada miembro un número único (ID) que se asocia al nombre del usuario

2.- Las páginas del sitio de LinkedIn enlazan y transmiten el ID gracias a las diferentes cookies, puesto que hay colocados “beacons” de terceros en éstas.

3.- LinkedIn envía ese paquete de información no sólo una vez, sino que lo va poniendo al día cada vez que se entra en el servicio y se visitan esas páginas. Y de dos formas diferentes: una, enviando las cabeceras (“HTTP Referer”), que indican qué página está visitando el usuario, y otra, añadiendo explícitamente la ID del usuario como un parámetro URL cuando se solicita una página.

Lo cierto es que la demanda está muy bien fundamentada, y de entre sus razonamientos, me quedo con el siguiente:

LinkedIn ha cedido información personal identificable del Sr. Low en conexión con su historial de navegación sin su consentimiento. Si se le hubiera dado ocasión, el Sr. Low no hubiera permitido que se cediera su historial a terceras partes, sintiéndose humillado y avergonzado por la divulgación de su historial. Por otra parte, el historial de navegación del Sr. Low es una valiosa propiedad personal con un valor de mercado. Como resultado de este comportamiento ilegal, se ha utilizado este historial sin dar al Sr. Low la compensación que se merece.

¿Podemos considerar el historial de navegación como una propiedad? Más que una propiedad, ya estamos hablando de una mercancía de tráfico común para las páginas web y las empresas anunciantes. En este caso ya incluso no hacen falta grandes esfuerzos para identificar a la persona a la que pertenece el historial de navegación, porque ya la red social se encarga de enviar esa información.

Lo más penoso es que LinkedIn indica en su política de privacidad que “la privacidad de los usuarios es muy importante para LinkedIn. No vendemos, alquilamos ni ofrecemos de modo alguno sus datos personales a terceros con fines publicitarios”. Pues menos mal. Hay que recordar que les ocurre lo mismo que en el caso de Google Buzz: si LinkedIn no se hubiera comprometido a nada, no estaría obligado a nada. Pero al afirmar que no se ceden datos a terceros, cualquier acción contraria a ese compromiso puede considerarse como una práctica engañosa.

Con que se hubiera indicado lo que se hace realmente, y con qué información, no hubiera sucedido nada en absoluto. Los usuarios hubieran estado informados sobre las finalidades para las que se emplean tanto sus perfiles como su historial de navegación. Desconozco qué grado de impacto hubiera tenido sobre el número de usuarios de LinkedIn, pero apostaría a que casi ninguno: recordemos que los usuarios no leen esas políticas de privacidad, y si lo hicieran, costaría demasiado