La penúltima de los «yankees»: el software gratuito de Adobe Digital Editions almacena cada documento que añades a tu biblioteca, te hace un seguimiento, y envía los datos a la empresa en claro, en abierto, de tal modo que cualquiera que los intercepte puede tener conocimiento de tus actividades. Volvemos a lo de siempre: ¿a quién demonios le importa si me estoy leyendo El Quijote o las 50 sombras de Grey? Esta es una de las ocasiones donde los habrá que digan que no tienen nada que ocultar, y que les da lo mismo, porque total, se trata de hábitos de lectura, cosa «poco importante».
La noticia aparece por primera vez en el blog The Digital Reader, donde se afirma que la «app» de Adobe envía todos los datos a sus servidores. Ponen a disposición las pruebas, un fichero donde se ve que están siguiendo a los usuarios, y otro donde se prueba que se indexa toda la colección de libros que se pone en la aplicación. También Ars Technica lo ha demostrado, usando las herramientas adecuadas.
Adobe respondió admitiendo que se recogen datos, pero sólo para validar las licencias de uso de los libros prestados, y que sólo se hace para controlar que no se está leyendo en otro dispositivo. Sin embargo, ¿para qué se recoge también el historial de lectura? ¿para qué se recogen y envían también los datos de los libros autopublicados o comprados por el usuario? Las condiciones de uso de Adobe Digital Editions no mencionan esta recogida de datos ni cuánto tiempo se guardan en los servidores de la empresa. Tan solo advierten de que envían la identificación del usuario y del dispositivo, la dirección IP para geolocalizarlo, el porcentaje que se lleva leído y cuánto tiempo se ha tardado en leer.
Parece que estuviéramos en una espiral donde las empresas se dedican a recoger todos los datos posibles de los usuarios, te vendan lo que te vendan, ya sea un lector electrónico, una canción de música o un coche. No se trata de que dejen de hacerlo, sino de que lo hagan bien, informándonos de qué datos se llevan, para qué, y sobre todo, dándonos opción a negarnos a ello.
Como curiosidad, aquí os dejo la tabla de la EFF donde evalúan el grado de privacidad de los diferentes lectores electrónicos que hay en el mercado, que por cierto, tendrán que poner al día en lo que toca a Adobe.