Hemos pensado siempre en el Estado como principal colector de datos de los ciudadanos. Pero ahora juega un papel más que secundario. Las empresas han pasado a ocupar la primera posición y son ahora quienes más datos poseen sobre sus clientes y potenciales compradores. Quieren saber más sobre nosotros, porque esto les lleva a poder hacer un perfil. Cuanto más completo es el perfil mejores ofertas con mayor éxito de compra podrán hacernos. Su finalidad es económica. Vender y vender.
Estoy elaborando un pequeño estudio sobre la conexión entre la normativa de protección de datos y la gestión de relaciones con los clientes (customer relationship management), más comúnmente conocido como CRM, porque es uno de los principales instrumentos de análisis de datos que existen.
Todo se almacena, todo queda registrado. Una llamada de queja sobre un producto; lo que compro, cuándo y dónde; cómo lo pago; mis datos personales; mis preferencias… Además todo esto se cruza para enriquecimiento con otras bases de datos. Todo para tener un completo análisis de mi perfil. Si los clientes de cualquier firma supiéramos lo que conocen sobre nosotros, nos quedaríamos perplejos.
La primera pregunta que se me ocurre: los análisis finales sobre los que basan sus decisiones están hechos por un programa… ¿tengo como cliente derecho a conocer qué análisis se hacen de mí y sus conclusiones?