Jennifer Granick es profesora del Stanford Law School Center for Internet and Society. Publicó ayer un artículo en la revista Wired, titulado “Computer privacy in distress”. Comienza así:
Mi ordenador portátil fue comprado por Stanford, pero mi vida entera está almacenada en él. Tengo e-mails de hace años, mi lista de direcciones con los nombres de todas las personas que conozco, anotaciones sobre el trabajo y proyectos personales, movimientos bancarios, el password de mi blog, mi web mail, información sobre proyectos de varias organizaciones a las que pertenezco, fotos de mi sobrino y sobrina y mis mascotas.
En una palabra, mi ordenador es mi posesión más privada. Tengo otras cosas más queridas, pero ninguna de ellas te contaría más cosas sobre mí que esta máquina
Cuestiona que puede ser revisado por la policía sin garantías, simplemente les serviría fundamentar el registro en una sospecha. Critica en particular los registros en la frontera, en los aeropuertos… y una absurda distinción: examen rutinario, y no rutinario; el primero no requiere ninguna garantía ni sospecha razonable, el segundo sí. Pero, ¿cuál se aplica a los portátiles?
La finalización del artículo es magistral:
La Constitución puede fallarnos, y tendremos que volver al Congreso para crear reglas que estén mejor adaptadas a la Era de la Información
Recomiendo su lectura. Entre otras cosas ilustra sobre la situación que está viviéndose en los Estados Unidos, la permanente invasión de la intimidad basada en la potestad de controlar teniendo como fundamento la seguridad.