Estreno el 2010 con una cuenta en Twitter. Aunque me he resistido hasta ahora, al final la curiosidad ha podido. En lo poco que llevo más bien me ha decepcionado, y mi primera impresión es que es como un “chat” asíncrono, en el que nadie espera que respondas a nada, ni tienes por qué escribir si no quieres. Seguro que alguno de éstos que intentan monetizar hasta el aire que se respira ya está poniéndome de vuelta y media, pero es que lo siento, no le veo más cosa de interés. Hay que estar… porque hay que estar.
Le decía a un compañero de trabajo que me daba la sensación de estar en un bar de barrio, donde hay muchas conversaciones, pero ninguna se oye con claridad. Y creo que es demasiado rápido: si uno sigue lo que le gusta termina con un bombardeo continuo frases cortas y enlaces que no da tiempo a digerir. A lo mejor esto del Twitter es algo resultado de las prisas de hoy día y de la espeluznante velocidad con la que corre la información. Lo mismo responde a que queremos contar muchas cosas muy rápido.
Quizá dentro de unos días cuento que al fin le he descubierto algo muy interesante. O no. Mientras tanto, quien quiera seguir mis “píos” tiene el botoncito en el menú de la derecha del blog.