Ayer apareció en el diario británico Independent una feroz crítica al plan de Blair de aumentar el control sobre los datos de los ciudadanos.
Blair argumentó que simplemente se pretendía dar mejores servicios a los ciudadanos “compartiendo los datos entre administraciones de forma sensata”, evitando que tengan que proporcionarse los mismos datos a los diferentes organismos del Estado de forma separada.
Entre otras cosas, la propuesta incluye la recolección del ADN de todos los ciudadanos, o la centralización de la historia clínica de todos los pacientes en una base de datos del Sistema Nacional de Salud. Y por primera vez en la historia del Reino Unido, la creación de una tarjeta de identidad que incluirá más de cincuenta datos, entre los que se encuentra la huella dactilar e información sobre el iris del ojo. Para que luego nos quejemos de nuestro e-DNI.
Un dato para mi amigo Javier: resulta que el Reino Unido es el país donde hay más cámaras de videovigilancia instaladas (4,2 millones). Su opinión es que se sentía seguro… otros se sienten observados. Hasta 300 veces al día puede ser grabado un londinense. Para que nosotros nos andemos quejando.
Los laboristas piensan que este plan será apoyado por la población, a pesar de la oposición de grupos defensores de los derechos civiles. Puede verse el artículo de Shami Chakrabarti, de la asociación “Liberty” en el mismo diario, criticando que se vaya poco a poco hacia una sociedad vigilada.
El argumento del Gobierno es el que ya nos viene siendo familiar: “el ciudadano está dispuesto a renunciar a una pequeña parcela de su intimidad para estar a salvo del terrorismo, el crimen y el robo de identidad”. Da la sensación de que tanto los “yankees” como sus primos anglosajones aprovechan la amenaza siempre latente del terrorismo para tomar medidas que invaden la vida privada.
Dichoso 11 de septiembre.